El Amor nos elige
Cae de sorpresa
Como un premio,
Como una bendición
Como un buen sueño
Se le evoca, pero no se le obliga a aparecer.
El Amor nos encuentra, confiando en la elección que hace, quizá por eso dicen que El Amor es ciego.
Buscarlo con ansia y sin descanso no es algo que favorezca ni garantice su llegada, porque El Amor no es exactamente lo que nos gustaría que fuera.
El Amor es como es: sutil, sin pretensiones simple e inocente.
Cuando aparece El Amor es el que nos atrae, el que nos guía hacia el corazón del otro.
Quizá al principio jala, empuja o arrastra porque es intrépido y parece sordo y tan radiante que también es cegador.
Pero, aunque sea impulsivo y arrollador, no maltrata.
La mente -el ego- es oportunista, es quien busca imponerse y desequilibra su intensidad y propósito; es también quien desea transformarlo en pasión y sufrimiento, quien desea utilizar la emoción y el sentimiento como si El Amor fuera su tonto instrumento y no un fin en sí mismo... El ego-la mente- insiste en rebajarlo para ponerlo a su servicio someterlo a sus deseos, y caprichos, necesidades, ansias, obstinaciones, placeres... y aquello que es sutil, simple e inocente, juguetón, liberador y sublime, acaba deformado.
El Amor llega para alegrar, no para atontar, ni atemorizar, llega para aligerar y liberar; no para poseer ni para que sea presupuestado o calculado para su nivel o duración…
Se puede elegir amar siempre, pero El Amor es quien primero elige cuándo, cómo y a quiénes unir.
Se puede acondicionar el alma para su llegada, el pensamiento, los sentidos, el corazón y hasta el aspecto físico, pero no se puede disponer de nada más afuera para atraparlo ni asegurar su hora de llegada y menos el de partida.
Una vez que llegue, se tratara con respeto y cuidado, sin buscar controlarlo ni cautivarlo, porque es un huésped que desea crecer e invadir la casa.
El Amor elige al Ser al que ha de llegar y cuando lo hace conviene no tener expectativas, no pretender ser superior a él, ni querer ser su guía, ni su espía, ni su afanoso esclavo; El Amor nos quiere de sede para que nos pueda habitar.
Así, El Amor nos elige y enamorarse es lo más hermoso que como humanos nos puede pasar.
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